El primer trazo que hace un niño en una hoja de papel es un paso fundamental en su desarrollo. Este trazo significa el inicio de la expresión, una expresión que evoluciona junto al niño durante los primeros años de vida. Dichos trazos son conocidos como garabatos y surgen en un periodo que puede resultar determinante en el aprendizaje y en las actitudes que un niño puede llegar a tener cuando empieza su periodo escolar formal. Estos garabatos, que son básicamente los primeros intentos de dibujo, van evolucionando y ocurren en un orden lógico. Por ejemplo, es normal que una primera etapa padres y educadores vean rayas sin un sentido lógico y más adelante, puedan ver una hoja con patrones aparentemente repetidos. Luego, éstos se convierten efectivamente en los dibujos que cualquier adulto podría reconocer. Pero, ¿cuáles son los tipos de garabatos y cómo van cambiando a lo largo del proceso de desarrollo?

El garabato desordenado

Lo más importante de esta etapa es que el niño no tiene ninguna intención de representar algo, de hecho, estos garabatos desordenado no tienen ningún sentido lógico, además los trazos varían y pueden ser hechos por el niño mientras éste mira hacia otro lado. En otras palabras, pueden llegar a ser accidentales y definitivamente, resulta inconcebible, en esta etapa, que el niño pueda crear algo “real”.

Todo esto se relaciona también con la forma como el niño toma el lápiz. Aunque cada uno utiliza su propio método, ellos no hacen usos de los dedos o las muñecas para controlar el movimiento del lápiz. En esta etapa, el niño no tiene ningún tipo de control visual sobre sus garabatos y es clave entender esto, pues significa que tampoco puede realizar otras actividades que requieren dicho control.

Ahora bien, aunque cueste creerlo estos trazos no son intentos de reproducir algo, éstos tienen como base el desarrollo físico y psicológico de los niños y lo mejor, es que es una actividad que realmente disfrutan, una actividad absolutamente natural, uno de los primeros medios de expresión después del llanto y por ende, un hecho indispensable para comprender o analizar su evolución psicológica y fisiológica.

¡Socorro, tengo un bebé!

Garabateo controlado

Después del primer intento de garabateo, pasan aproximadamente unos seis meses antes de que el niño descubra que hay una conexión entre sus movimientos y los trazos que se ven en el papel. Esto significa que en esta etapa, el niño descubre lo que significa tener el control visual que se menciona en el punto anterior. Aparentemente no hay grandes diferencias entre los trazos que surgen del garabateo desordenado y los trazos que se dan en esta etapa, sin embargo, el control adquirido representa un cambio enorme en el desarrollo del niño.

El gusto por el garabateo en esta etapa, aumenta considerablemente. La actividad se vuelve algo totalmente estimulante para los niños y esto pasa porque para ellos, es un descubrimiento asombroso, además por la sensación kinestésica que esto produce en ellos. Justo por esto, los niños realizan ahora más de un movimiento que se repite una y otra vez, sin parar, lo cual significa que el niño muy rara vez levanta el lápiz el papel. Justo por esto, el papel del adulto en este periodo es más importante que nunca, pues el niño intenta que el adulto haga parte de todo ese entusiasmo. Esa interacción es fundamental, mucho más que los trazos que se hacen.

Otras cosas suceden en el garabateo controlado: los trazos son el doble de largos, impredecibles, aparecen nuevos colores, empiezan a llenar páginas enteras con trazos y pueden copiar cosas como un círculo, pero no un cuadrado. Siguen, además, intentando descifrar cuál es la mejor forma de tomar el lápiz y hay avances en esto. Lo mejor es que muchas veces, también logran identificar similitudes entre alguno de sus dibujos y algún elemento del ambiente que los rodea.

El dominio que adquiere el niño en el garabateo controlado es muy importante pues significa que también puede adquirir control sobre otras cosas que ahora intenta realizar solo, como abotonar su chaqueta. Esto significa que en este momento, el niño realmente está integrando dos cosas fundamentales: lo visual y lo motriz.

¡Socorro, tengo un bebé!

El garabato con nombre

El garabateo con nombre empieza aproximadamente a los 3 años. Después de los trazos sin sentido y el descubrimiento del control visual, el niño empieza a darle nombres a sus garabatos, lo cual es de suma importancia pues significa que su pensamiento está cambiando. Su pensamiento kinestésico de las dos etapas previas se transforma en un pensamiento imaginativo. ¿Cómo los nombra? Diciendo cosas como “esta es mamá”.

Es importante aclarar que aunque el cambio es grande, los dibujos en sí mismos no han cambiado demasiado. Lo que sí cambia es la habilidad que tiene el niño para pensar qué es lo que quiere “garabatear”. Esto significa que ahora, después de dos etapas previas, el garabato sí tiene una intención. Además de la intención, el niño sigue disfrutando el movimiento que realiza con el lápiz, sólo que ahora invierte mucho más tiempo en intentar descifrar cuáles son todas las posibilidades que tiene al probarlo.

El hecho de que los trazos tengan ahora una intención y vayan a acompañados de una descripción verbal, significa que éstos pueden ser el reflejo de sus sentimientos y sensaciones. De hecho, en muchas ocasiones, el niño incluso anuncia qué es lo que va a dibujar, lo que indica que tiene una parcial idea de qué es lo que aparecerá en la hoja cuando termine de dibujar.

Resulta esencial mencionar que los garabatos en esta etapa, tampoco tienen un sentido aparente para el adulto. Lo que para un adulto es una línea ondulada, para el niño puede ser un perro. Teniendo en cuenta esto, es fundamental que los adultos (padres o profesores) se abstengan de intentar encontrar una representación literal o personal. El objetivo es permitir que el niño tenga la libertad de explorar este nuevo tipo de pensamiento.

¡Socorro, tengo un bebé!

El garabateo: un reflejo del desarrollo físico y afectivo del niño

Como la etapa del garabateo es una clara evidencia del desarrollo de los niños desde un punto de vista físico y psicológico, es fundamental entender ésta como un periodo clave también para el desarrollo de actitudes con respecto al “yo” y con respecto a la comprensión del mundo como un lugar que puede ser realmente atractivo. En ese sentido, el rol del adulto (padre o educador/a) es fundamental… sin ese apoyo, ellos no pueden desarrollar aquellas actitudes. El objetivo, al final, es lograr proveer el estímulo y la motivación necesaria para que desarrollen un toma de conciencia progresiva y eso están en manos de quienes día a día acompañan al niño en su proceso de crecimiento físico, mental y social.

Fuente: eligeeducar.cl